Sobre la película coreana “JUNG_E”. Por Joshua Lentulus.

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Para entender este debate es necesario saltar por encima de cualquier determinismo moral y centrarse en el uso optativo para quien quiera y pueda pagarlo. El precio y su uso son determinados por los sectores empresariales, propietarios de una tecnología restringida a gran parte de la sociedad. El problema del acceso aparece relacionado a la normalización en la producción y propiedad privada para su explotación económica. Sería el caso de la categoría C ya que, al ser de acceso gratuito, las clases bajas pueden acceder a esta tecnología pero en condiciones absolutamente esclavas de existencia. 

Por Joshua Lentulus.

La película coreana Jung-E, de ciencia ficción, fue realizada por el director Yeon Sang, que realizó también la reconocida película “El último tren a Busan” en 2016. Su última producción de ficción transcurre en el año 2135, en un planeta Tierra golpeado por el aumento del nivel del mar y agotamiento de los recursos naturales. Esto lleva a la humanidad a refugiarse en tres grandes colonias espaciales que tiempo después se unen en una república independiente llamada Adrian, que mantiene por más de cuarenta años una guerra con la Tierra. 

En la guerra destaca la capitana mercenaria por la tierra Yun Jung, quien es reconocida mundialmente como una heroína. Se nos revela que participa en la guerra para pagar el tratamiento del cáncer de su hija y, el día en que la van a operar, Yun Jung es herida de gravedad y termina en estado de coma. 

A partir de esta situación se presentan tres posibilidades para su supervivencia a través de una transferencia de la conciencia a un cuerpo cibernético. Elige la opción más barata, de categoría C, que dispone de la conciencia de Yun Jung para su réplica y uso comercial, mientras que una empresa se hace cargo de la educación y cuidados de su hija. Opta por trabajar para la empresa Kronoid, que utiliza una réplica de la conciencia de Yun Jung para crear la definitiva I.A de combate.

Más adelante se desarrolla el conflicto personal de la hija, la doctora Yun Seo, a quien se le diagnostica que su cáncer ha vuelto a hacer metástasis. Por esto, siente que fue inutil el sacrificio de su madre. A su vez, se revela por qué la conciencia de Yun Jung no lo logra superar la prueba, se debe al recuerdo y amor que tiene por su hija que la hace descuidar su defensa y deriva en su muerte. Sin embargo, aunque descubrieron qué impedía convertirla en una eficiente robot de combate, la firma de paz entre ambas naciones en conflicto hace que se cancelen los proyectos e investigaciones armamentísticas. Así, se destina la conciencia de Yun para un uso comercial, incluyendo el sexual. 

Yun decide borrar de la memoria de su madre todo lo que respecta a sí misma para que logre sobrevivir a la prueba. Simultáneamente, se da a entender que la doctora (Yun Seo) se resigna a morir habiendo salvado la vida de su madre.

 La película no se destaca entre otras del mismo género. Aborda temas típicos de la ciencia ficción (como el uso de la conciencia humana en un aparato tecnológico y sus implicancias éticas) que quedan opacados por la trama de los personajes sin llegar a desarrollar una perspectiva crítica sobre la tecnología. A su vez, el mundo que presentan es uno con su propia historia paralela: el crecimiento de los niveles del mar, la organización política de la tierra. Las guerras entre los refugios espaciales y su planeta natal nunca llegan a desarrollarse por completo en la trama, dejando lugar para una posible precuela en la que desarrollar una invención imaginativa a medida en que la de esta película va perdiendo atractivo. En parte, este atractivo se pierde, desde lo humano, a raíz  de una actuación estándar. Es decir, se limitan a actuar para conducir la trama hacia la siguiente escena en lugar de profundizar para ser parte de la ambientación de un mundo destrozado, empobrecido y conflictuado. Es solo la doctora quien expresa la complejidad de sus propios sentimientos.

Al respecto de esa banalidad actoral puede realizarse un vínculo con el escenario elegido para la película. Es la misma banalidad presente con la que interactúan los medios de comunicación, los artistas y la política con la sociedad, trasladando esos mismos comportamientos al conjunto. La película propone la idea de que ese tipo de comportamiento se podría profundizar hasta su normalización en el futuro. 

Por otro lado, la cuestión del traslado de la conciencia deriva en una historia paralela. En la trama esto es tratado con mucha normalidad, con poca presentación argumental. Esto genera un choque de desconcierto al espectador, ya que la película no explica los avances teóricos y experimentales sobre la inteligencia artificial. El choque se ve agudizado por la película al presentar un uso generalizado de esa tecnología. Cuando la doctora Yun se presenta al médico y se le es revelada la metástasis de su cáncer, se le ofrece para sobrevivir la transferencia de su conciencia a un cuerpo prostético de categoría A con todos los derechos humanos incluidos. Sin embargo, resulta muy caro y debe optar por la categoría B que restringe varias libertades como de movimiento, adopción o matrimonio y brinda la información del cerebro a entidades gubernamentales. También está la categoría C (la que firmó su madre) donde directamente la información es comprada por una empresa para darle un uso de réplica. 

La clasificación en la transferencia de la conciencia vincula tres debates en torno al uso de la inteligencia artificial: uno ético-moral, otro económico-comercial y uno vinculado al uso y acceso de esta tecnología. En el debate ético-moral se cuestiona los límites del progreso tecnológico y, sobre todo, si debe atender, como si fuera una enfermedad, condiciones propias de todo ser biológico (como el envejecimiento o la muerte). Lo que se figura es que la I.A. en el futuro podría procesar y replicar nuestra mente permitiéndonos sobrevivir a los deterioro biológicos de nuestro cuerpo y de esta forma dotarnos de inmortalidad. Si bien esto puede resultar, en principio, fantasioso u optimista, inmediatamente se pasa al siguiente debate: el económico-comercial.

Para entender este debate es necesario saltar por encima de cualquier determinismo moral y centrarse en el uso optativo para quien quiera y pueda pagarlo. El precio y su uso son determinados por los sectores empresariales, propietarios de una tecnología restringida a gran parte de la sociedad. El problema del acceso aparece relacionado a la normalización en la producción y propiedad privada para su explotación económica. Sería el caso de la categoría C ya que, al ser de acceso gratuito, las clases bajas pueden acceder a esta tecnología pero en condiciones absolutamente esclavas de existencia. 

Este es el punto que más rescato y menos abordado se encuentra en la película. Plantea una hipótesis sobre el uso de esta I.A que garantiza la inmortalidad del usuario y pone sobre la mesa todas las implicaciones morales-éticas (que serán abordadas en otro apartado de la revista). Sin embargo, no deja de ser, en esta película, un ejemplo del refinamiento que va teniendo la cuestión de la automatización y las I.A. en su comunicación pública. Pasa de la superstición reaccionaria hacia la exploración de lo desconocido (el cine de ciencia ficción se ha focalizado con películas estilo Terminator), en donde las máquinas se caracterizan en su autoconciencia y son problematizadas como una “otredad” ajena a la nuestra. El movimiento es hacia producciones más centradas en la vinculación del hombre con la tecnología. A su vez, borran los límites entre la voluntad moral y el poder, expresado por los avances digitales y cibernéticos sobre aquellos que no tienen acceso. Hace al hombre una “otredad” clasista que se sobrepone a su capacidad adquisitiva de lujos y placeres. También trasciende con ellos, conservando sus derechos humanos a un precio.

Esto deriva en otro debate que existe hoy en día con respecto al uso de nuestra información privada y el bombardeo constante de publicidad del que solo se puede limitar pagando una tarifa a las empresas. Esto puede ser trivial pero es el mismo fundamento que la adquisición de derechos humanos en el futuro distópico presentado en esta película, digna de expandir con detalles en futuras producciones agresivas en su crítica social hacia la tecnología.

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