El impacto de las Misiones Bolivarianas en el camino al Socialismo del Siglo XXI. Por: Daniel Vincenti
A modo de resumen
Desde fines de la década del 50’ con el advenimiento del puntofijismo, Venezuela queda condenada a una situación en la que la gran mayoría de la población se vio sometida a padecer la pobreza, la injusticia y la desigualdad social, producto del sometimiento de la clase gobernante local a los dictados de las grandes potencias imperialistas que dominaban el escenario a nivel mundial (principalmente Estados Unidos) lo que implicó grandes beneficios para un pequeño sector social en detrimento de las mayorías. El panorama descripto se mantuvo prácticamente inalterable durante varias décadas en las que una salida a esa situación parecía imposible; el neoliberalismo había sentado bases firmes y sólidas para procurar mantener el statu quo sin que nada escapase a su férreo control.
Sin embargo, los acontecimientos de 1989 conocidos como el “Caracazo” pusieron de manifiesto el hastío del pueblo hacia tales derroteros. En ese contexto, Hugo Chávez logró captar el descontento popular y volcarlo en su favor con vistas al inicio de un nuevo proyecto alejado de los intereses del capital extranjero que terminaría tomando forma una década más tarde una vez asumida la presidencia a comienzos de 1999. A partir de aquel momento, Venezuela entra en una fase de profunda transformación que tiene como eje central una perspectiva humanista orientada a una redistribución equitativa de los ingresos, con el objetivo de poner fin a las inequidades que tantos males habían causado a las mayorías. Un ejemplo de ello son las misiones bolivarianas que el gobierno chavista comienza a implementar a partir de los primeros años del nuevo milenio, y que han propiciado grandes beneficios a todo conjunto de la población, lo que sin duda implicó un proyecto contrahegemónico que tenía como último eslabón el advenimiento del Socialismo Bolivariano del Siglo XXI a nivel continental. Sin embargo, ese trayecto no estuvo exento de dificultades, sobre todo a causa de los constantes intentos del imperialismo para desestabilizar y voltear un proyecto que en nada satisfacía sus intereses particulares. El gobierno venezolano ha venido resistiendo estoicamente los azotes provenientes del norte hasta el día de hoy, y pese a haber implantado los cimientos para una nueva nación latinoamericana (entre ellos las misiones bolivarianas) el nuevo socialismo continúa siendo un proyecto pendiente que aún dista de poder concretarse para poner fin al perverso orden neoliberal reinante desde hace tantos años en nuestro continente.
Consideraciones preliminares
La firma del Pacto de Punto Fijo el 31 de diciembre de 1958 implicó el ingreso a una etapa signada por la corrupción y las políticas de corte liberal que dejaron una profunda marca en el pueblo venezolano, visible a través de los elevados índices de pobreza y exclusión social que se cristalizaron durante varias décadas en aquel país. Ello fue producto de la sumisión por parte de la clase gobernante local a los designios autoritarios del Consenso de Washington.
Venezuela se encontraba asfixiada por las presiones del FMI y el Banco Mundial, sin poder divisar una posible salida a la vasta red de influencias que el capitalismo había tendido a lo largo y a lo ancho de toda la región, y que tenía sus orígenes en los años posteriores a las luchas independentistas. La dependencia de las grandes potencias era estructural y adquiría características de irreversibilidad.
Para fines de la década del 80’ la situación era ya insostenible, la población se encontraba desprovista de los más elementales recursos para poder acceder a una calidad de vida digna: la pobreza era extrema, abundaban el desempleo y las condiciones salariales eran cada vez más precarias, había altos índices de analfabetismo, y la mayoría de la población carecía de acceso a los servicios básicos en materia de salud. El problema radicaba en la desigual distribución de los recursos generados, los cuales iban destinados a los grupos concentrados de la economía, quedando una ínfima porción del pastel destinada a repartir entre las mayorías sociales, evidenciando así una teoría del derrame o del goteo que lejos estaba de satisfacer las demandas de la población.
El estallido de la rebelión popular conocida como el “Caracazo” puso de manifiesto el hecho de que el pueblo venezolano no estaba dispuesto a seguir tolerando bajo ningún concepto las políticas de ajuste provenientes del norte y en menor medida de la Unión Europea, sentando un precedente para el inicio de una gran transformación que sobrevendría una década después. Como expresan Ansaldi y Giordano:
“El año 1989 es un hito en la historia reciente de Venezuela. Ese año ocurrió el “Caracazo”, la rebelión popular desatada en la ciudad capital del país los días 27 y 28 de febrero en respuesta a las medidas aplicadas por el gobierno por presión del FMI….El “Caracazo” marcó el inicio de una crisis de inestabilidad que desembocaría una década más tarde en la crisis del bipartidismo puntofijista.”1
Las misiones bolivarianas
En medio de un clima signado por la crisis, en febrero de 1999 asume la presidencia Hugo Rafael Chávez Frías, quien supo captar las demandas sociales de una población extenuada para volcarlas en su favor mediante un discurso que denotaba un alto grado de convicción, orientado a persuadir a las masas de que otra Venezuela es posible frente a los mandatos del neoliberalismo hegemónico. Ante el grado de descreimiento que reinaba hacia el viejo bipartidismo corrupto conformado por Acción Democrática y COPEI, Chávez obtuvo una resonante victoria en los comicios de 1998, y una vez en el poder comenzó a dar forma a un proyecto radicalmente opuesto a los intereses del capital transnacional por medio de materializar en prácticas concretas lo expuesto en campaña. La rápida disolución del Congreso y la sanción de una nueva Constitución son hechos que llevaron a pensar que algo distinto a lo malo conocido estaba sucediendo, y que el flamante presidente no era un mandatario más que en campaña abogaba en favor de las mayorías, para luego terminar ejecutando las viejas recetas de orientación neoliberal que el imperialismo imponía. En el ideario del chavismo teoría y práctica conformaban una unidad indisoluble destinada a sanear las viejas deudas con las mayorías.
El conjunto de medidas adoptadas por Chávez profundizaron las políticas en beneficio de las mayorías, con el fin de generar transformaciones rápidas y dinámicas destinadas a atender las cuestiones más urgentes de la población. Estas disposiciones formaban parte de un estadio de transición con miras al futuro, que perseguía como objetivo último instaurar el Socialismo Bolivariano del siglo XXI a escala regional para cambiar las reglas del juego imperantes. Sin embargo, para el logro de ese fin previamente era imprescindible brindar soluciones en el corto plazo, pues la consecución de ese nuevo socialismo no puede concebirse si las necesidades básicas de los sectores más carenciados están insatisfechas. Para ello se adoptó inicialmente el Plan Bolívar 2000, sin embargo es con la implementación de las Misiones Bolivarianas aplicadas desde mediados de 2003 en adelante cuando la realidad venezolana comienza a cambiar profundamente, las cuales constituyen una invención del chavismo caracterizada por la presencia de una fuerte impronta humanista en detrimento de las políticas direccionadas por el neoliberalismo que han venido asolando al pueblo venezolano en particular y a toda Latinoamérica en general.
Las Misiones Bolivarianas conforman una de las tantas acciones llevadas a cabo con la finalidad de cambiar de raíz la realidad venezolana, poniendo el foco en los diversos ejes que hasta ese momento habían significado una gran deuda de los sucesivos gobiernos para con la sociedad en lo que hace a educación, salud, trabajo, vivienda, etc. brindando respuestas sólidas a las diversas áreas para las cuales se crearían tantas misiones como fueran necesarias de acuerdo a las carencias existentes, y bajo la atenta supervisión del Estado en el cumplimiento de las mismas.
Se trataba de una creación que traducía en hechos lo expresado en la nueva Carta Magna, y a su vez formaba parte de aquel período transicional que Chávez denominó “década de plata” en el cual se crearían las condiciones necesarias para a partir de allí dar el salto adelante hacia la década de oro que tendría como eje vertebrador al Socialismo Bolivariano del siglo XXI.
El foco de las misiones estaba puesto en el ser humano como prioridad fundamental, por ello pueden considerarse una verdadera inversión destinada a dar soluciones a la acuciante realidad padecida por el pueblo venezolano, mediante la participación activa de éste en la gestión de esas políticas de manera directa con el Estado, sin intermediarios ni pactos condicionantes con grupos de poder que pudieran distorsionar el objetivo de aquellas prácticas, como sucediera en muchos países con el Estado de Bienestar. La perspectiva humanista se situaba de esta forma por encima de cualquier variable económica defendida por el orden hegemónico, dando prioridad a las necesidades básicas de la población y colocando en segundo orden los indicadores de índole cuantitativo que tanto preocupaban al capital dominante. El humanismo por sobre los instrumentos económicos, la microeconomía por sobre la macroeconomía, sin por ello dejar de reconocer la relevancia que sin duda posee ésta última, pero que debe ser puesta en favor de políticas públicas destinadas a dar solución a los problemas de las mayorías, y no orientada a los intereses particulares de una minoría excluyente.
Entre las diversas misiones creadas para cada área podemos destacar el cronograma vigente hacia mediados de 2014 señalado por Serrano Mansilla, el cual se encuentra organizado de la siguiente forma:
“1) Grupo Educativo: Misiones Robinson, Ribas, Sucre, Cultura Corazón Adentro y Música; 2) Grupo Trabajo: Misión Saber y Trabajo, y la Gran Misión Agro Venezuela; 3) Salud Pública: Barrio Adentro, Misión Milagro, Misión Sonrisa; 4) Protección Social: Misiones Hogares de la Patria, Negra Hipólita, José Gregorio Hernández, Barrio Adentro Deportivo, Jóvenes de la Patria, Nevado, Amor Mayor, Negro Primero, Identidad, Guaicaipuro y Piar; 5) Alimentación: Gran Misión Alimentación; 6) Vivienda y Hábitat: Gran Misión Vivienda Venezuela, Barrio Nuevo, Barrio Tricolor, Misión Hábitat y Misión Árbol; y 7) Seguridad y Servicios Básicos: Misión A Toda Vida Venezuela, Eléctrica Venezuela, Transporte, y Eficiencia o Nada.”2
Cabe resaltar que una de las características más importantes del Estado de las Misiones y del pensamiento económico de Chávez es su constante dinamismo frente a las condiciones existentes de cada momento, lo que llevó a través del tiempo a una readaptación y una redefinición de las mismas conforme a la coyuntura imperante, replanteando sus objetivos para los cuales habían sido inicialmente concebidas y en ocasiones siendo incluso sustituidas cuando fuere necesario por otras misiones más acordes con la realidad. Este fluir de las Misiones Bolivarianas pone de manifiesto su carácter no estático frente a la mutación y los cambios que van surgiendo en el seno de la sociedad, lo que hace de ellas un mecanismo de actualización siempre vigente y en línea con los problemas más urgentes a resolver, eludiendo las estructuras monolíticas obsoletas y facilitando la solución adecuada a cada problemática específica.
No se trataba de una simple iniciativa destinada a atenuar los flagelos de que eran víctimas las mayorías sociales, sino de un proyecto estructural de gran escala que atraviesa de manera transversal a toda la población, procurando invertir la correlación de fuerzas y fomentando las condiciones necesarias para el logro de una sociedad más justa e igualitaria. Dicho con otras palabras, el objetivo es terminar con la deuda social en pos de una verdadera democratización que considere la participación equitativa de todo el conjunto de la población en el reparto de los beneficios.
A esta altura, quedaba claro que el pensamiento económico de Chávez implicaba la presencia de un nuevo modelo que aspiraba a dar por tierra con el orden neoliberal, planteando un proyecto contrahegemónico a los intereses de los grupos pertenecientes al capital transnacional que había arrasado por décadas a toda la región. De lo que se trataba no era de generar condiciones de vida más benignas dentro de los marcos condicionantes del orden capitalista, sino de un proyecto más ambicioso que propone enfrentar los intereses de unos pocos escapando a esas coordenadas para instaurar un nuevo orden no solo en Venezuela, sino en toda Latinoamérica. De lo que se trataba era de acabar con el Consenso de Washington por medio del Socialismo Bolivariano del Siglo XXI, y en ese trayecto las misiones bolivarianas significaron un paso fundamental para el logro de tales fines.
Consideraciones finales
En base a lo expuesto y respecto al rol de las misiones en la búsqueda de los objetivos de igualdad y justicia social, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el éxito en la implementación de esas políticas destinadas a saldar la vieja deuda social con las mayorías fue rotundo, al punto de llegar a ser digno de mención por varios de los principales organismos internacionales y a generar unanimidad en cuanto al acierto de esas medidas; inclusive ni siquiera los espacios políticos opositores han efectuado objeción alguna. La población venezolana accedió a los recursos anteriormente vedados para poder llevar adelante una calidad de vida más acorde con una verdadera democratización, reduciendo significativamente una brecha que con el transcurrir de los años se iba ensanchando cada vez más producto de la avaricia y el enriquecimiento de unos pocos.
El establecimiento del Estado de las Misiones fue una de las tantas medidas adoptadas por el gobierno del presidente Chávez destinadas a cambiar las reglas del juego que tanto daño habían ocasionado al pueblo venezolano, lo que indudablemente no fue bien recibido por los grupos dominantes, quienes no podían concebir cómo alguien tuviera la osadía y el atrevimiento de desobedecer los mandatos del Consenso de Washington. Ya desde aquel 2002 sobrevinieron todo tipo de tentativas orientadas a tumbar a un gobierno que a lo largo de los años ha venido resistiendo los embates del neoliberalismo hasta el día de hoy, pese a la desaparición física de su líder natural.
El acceso de Chávez a la presidencia marcó un antes y un después en la historia de Venezuela y en toda Latinoamérica, pues nunca antes un presidente había tenido el coraje y la determinación necesarias para plantear una transformación de tal magnitud por medio de una propuesta humanista en beneficio de los sectores más desposeídos de la sociedad, lo que por antonomasia implica enfrentar al orden hegemónico neoliberal comandado desde Estados Unidos. Asimismo, en los primeros años del nuevo milenio fueron surgiendo otros modelos políticos en toda la región que si bien no planteaban una ruptura con el orden capitalista, tampoco estaban dispuestos a ceder soberanía frente a las arbitrariedades del poder económico transnacional, lo que hizo posible pensar en una unidad latinoamericana que apunte a dejar atrás tantos años de pobreza y atraso para poner el foco en el desarrollo igualitario de la región mediante la llegada del Socialismo Bolivariano del Siglo XXI. Sin embargo, en los últimos años hemos sido testigos de una nueva embestida del orden neoliberal, como prueban los hechos ocurridos en Bolivia y Brasil, e incluso en la propia Venezuela (sin poder lograr en ésta última el efecto deseado) o bien el establecimiento de gobiernos afines a esos intereses, como ser en los casos de Argentina y Chile.
El imperialismo se resiste a morir y a ceder su predominio, y pese a dar la sensación de que el modelo neoliberal está agotado y herido de gravedad, aún posee mecanismos de acción más que considerables con los cuales seguir dirigiendo la economía mundo de acuerdo a sus intereses. En este sentido, si bien las Misiones Bolivarianas triunfaron en cuanto a los objetivos inmediatos que se proponían, ello no significó el puente deseado que junto a otros factores posibilite sentar las bases definitivas del socialismo de nuevo cuño para el establecimiento de un nuevo paradigma en Latinoamérica, siendo una tarea pendiente para los años venideros.
Notas al pie
- Ansaldi, Waldo y Giordano, Verónica. América Latina. La construcción del orden. El orden de las sociedades en procesos de restructuración. Ed. Ariel. Buenos Aires. 2012. Tomo II. Cap. 7, pág. 589. ↩︎
- Serrano Mansilla, Alfredo. El pensamiento económico de Hugo Chávez. Ed. Ediciones del CCC. Buenos Aires. 2015, pág 424 y 425. ↩︎
Bibliografía
Serrano Mansilla, Alfredo. El pensamiento económico de Hugo Chávez. Ed. Ediciones del CCC. Buenos Aires. 2015.
Ansaldi, Waldo y Giordano, Verónica. América Latina. La construcción del orden. El orden de las sociedades en procesos de restructuración. Ed. Ariel. Buenos Aires. 2012. Tomo II. Cap. 7.
Gómez Sánchez, Irey. El papel de las misiones sociales en la construcción de identidades políticas en Venezuela, revista Venezolana de Economía y Ciencias, Caracas, 2007.