LA OTRA CARA DE LAS ISLAS MALVINAS. Por Victoria Biffis y Martina Giacoboni

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1982 jóvenes enfermeras. Fuente: Rol de las mujeres durante la guerra de Malvinas (Druckmann Valeria)

Los y las veteranas fueron abandonadas por el Estado Nacional, por la Fuerza Aérea y por las otras fuerzas del Ejército. Si bien hubo reconocimiento y revalorización para los veteranos de guerra sobre el final del gobierno de Raúl Alfonsín, las mujeres de Malvinas quedaron, una vez más, excluidas y relegadas de la historia. 
En palabras de Silvia Barrera: “Cuando fue la llegada de la democracia teníamos mucha esperanza de que todo iba a cambiar. Es un compendio de desilusiones.

Por Victoria Biffis y Martina Giacoboni

INTRODUCCIÓN

A lo largo de la historia, las mujeres han —hemos— quedado relegadas a la sombra de los acontecimientos. Y para este caso, el conflicto argentino-británico no es la excepción.

La Guerra de Malvinas de 1982 representó uno de los peores conflictos bélicos de nuestro país, no solo en términos territoriales, sino también por la cantidad de víctimas que se llevó. Adolescentes de entre dieciocho y veinticinco años fueron los protagonistas de las primeras líneas de batalla, entre los que estuvieron presentes también las mujeres. 

En este sentido es importante pensar desde una perspectiva de género el rol de las mujeres en el conflicto bélico reivindicando su historia y el papel fundamental que cumplieron ya que como ciudadanas argentinas es un tema que nos debería interpelar profundamente. Y de esta forma reflexionar acerca del lugar que ocupan hoy en día en el pensamiento político argentino y en la sociedad como ex-combatientes, como ciudadanas y fundamentalmente, como mujeres. 

CONTEXTO HISTÓRICO

La historia de nuestro país está llena de luces y sombras,

de heroísmo y también de claudicaciones

(López, 2022:9)

La guerra de Malvinas desatada en 1982 fue uno de los peores conflictos bélicos de nuestro país, en términos de territorio, de ciudadanía, de soberanía, en términos económicos, de derechos humanos y sobre todo, en términos de humanidad y patriotismo. Aunque la historia reciente constituya la lucha por la recuperación de nuestras islas, debemos retrotraernos al pasado para entender nuestro presente. 

En 1833 Inglaterra tomó las islas Malvinas mediante un acto de fuerza expulsando a las autoridades argentinas constituidas en Puerto Soledad. La toma de posesión por parte del gobierno inglés se basó en la prioridad del descubrimiento, la ocupación de las islas, las discusiones de 1770-1771 con España, donde se sostuvieron pretensiones por parte de Inglaterra por la soberanía de Malvinas. También se hizo hincapié en la restitución del establecimiento Puerto Egmont, y el animu dominadi que, se manifestó por las señales de posesión y otras formalidades ejecutadas por las autoridades inglesas (Groussac, 2015). 

Nuestras islas están situadas al este de la costa patagónica y juntas forman el archipiélago. Por otro lado, drigiéndonos a tiempos más recientes, el 24 de Marzo de 1976 el terrorismo de Estado se hizo presente en nuestro país. A partir de ese momento Argentina vivió una de las peores dictaduras militares de la historia. 

Atravesado por la política de odio, la persecución, el secuestro, la desaparición y muerte de personas, el “Proceso de Reorganización Nacional” lideró el país hasta 1983. Los primeros años estuvieron orientados a instalar la represión, el miedo, y el neoliberalismo. Pero a partir de 1981 la situación dió un giro de ciento ochenta grados, donde una creciente resistencia popular, la coyuntura internacional y la situación económica puso en jaque el mando militar. 

Como si hubiese sido poco la política de represión, la creación de centros clandestinos, las muertes, el nacimiento de cientos de bebés en cautiverio, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, y la detención y desaparición de treinta mil jóvenes que luchaban por una patria más justa, a poco de cambiar las autoridades en la cúpula militar y asumir el mando, Leopoldo Galtieri dispuso la orden de la recuperación de las Islas del Atlántico Sur, nuestras Islas Malvinas, desatando así un nuevo conflicto bélico con Inglaterra.

 El 2 de abril de 1982 las tropas argentinas desembarcaron en Puerto Argentino y aunque la fuerza británica fue reducida, Inglaterra no tardó en enviar una importante flota contando con un amplio respaldo internacional, como el de Estados Unidos. 

El 1 de mayo comenzaron los enfrentamientos, pero en ningún momento, salvo en algunos aciertos de los aviadores argentinos y el heroísmo de los jóvenes mal armados y entrenados, las tropas inglesas encontraron resistencia argentina.  

Cientos de jóvenes de entre dieciocho y veinticinco años inexpertos, armados precariamente, con miedo pero con el valor de defender a la patria, ocuparon las primeras líneas de batalla contra los ingleses. Motivados por sus propios dirigentes y un país a la espera, lucharon con la creencia de que la victoria y la recuperación de nuestras islas era posible. 

En el presente y luego de un largo recorrido histórico, entendemos que la lucha contra el gobierno inglés era una lucha perdida, en parte por las características del tipo de ejército y mandos que Inglaterra llevó a la guerra. Nuestro país no contaba con armamentos de alta tecnología, nuestros soldados eran adolescentes inexpertos recién salidos de la secundaria, los dirigentes militares que estaban ciegos por la ambición y por el mantenimiento de la junta en el poder, desataron una tragedia anunciada. Cabe recordar el hundimiento del ARA General Belgrano donde nuestros soldados perdieron la vida;  otros tuvieron la posibilidad de salvarse en los centros de enfermería que se montaron en diferentes puntos de la isla, como el hospital de campaña en Puerto Argentino. 

Dentro del equipo sanitario formado por enfermeras, instrumentadoras quirúrgicas, ayudantes se encuentran nuestras mujeres de la guerra. Estas mujeres se transformaron en hermanas, madres compañeras, símbolos de la escucha y la contención.  Fueron nuestras salva vidas, que lucharon su propia batalla contra cualquier pronóstico, contra los escasos recursos, contra el tiempo y la propia muerte, para que nuestros soldados heridos siguieran con vida. 

LAS MUJERES EN LA GUERRA

A las mujeres se las identifica con el lugar de vida

-por ello se les protege- y no con el  de quitarla.

Por eso, las mujeres trabajan en las guerras, de manera prioritaria, 

como sanadoras y cuidadoras. 

Desde ese lugar es inconcebible su participación como combatientes;

sin embargo han combatido, la mayoría de las veces,

desde un lugar silenciado.

 (Rayas Velasco, 2009: 28)

El grupo de mujeres dedicadas al área de la salud también forman parte de la historia argentina en Malvinas. Ellas son veteranas que vivieron lo mismo que nuestros ex-combatientes, sin embargo fueron ocultadas de nuestra historia, y no obtuvieron el mismo reconocimiento que sus compañeros varones. Su condición de mujer les dificultó enormemente su paso por la guerra y su paso por la vida luego de la guerra. “Pocos y casi nadie las recuerda, sus historias fueron y son silenciadas como consecuencia de la insistente “desmalvinización” que los gobiernos buscaron instaurar” (Maccari y Ruiz, 2016: 3). A esta “desmalvinización” hay que sumarle el silenciamiento por una cuestión de género. 

Para el momento en que ocurre el conflicto bélico en Malvinas, las fuerzas militares eran —y nos permitimos decir que continúan siendo— machistas. Era impensada la posibilidad de que las mujeres participaran de la guerra en tanto mujeres soldadas.
El género femenino solo estaba destinado a tener un rol pasivo en la guerra, como madres, hermanas, novias o parejas de los soldados, mujeres que esperarían a los suyos en casa, que los llorarían en la soledad de sus hogares, que estarían relegadas al ámbito doméstico mientras sufrían el fragor del conflicto. Hasta que las instrumentadoras y enfermeras dieron su presente.

Se incorporaron a la estructura militar de una manera muy distinta a los varones. Lo hicieron a través del Ejército en el Hospital Militar Central, referido a la sanidad militar.
Durante el conflicto bélico, la sanidad naval estuvo conformada por buques adaptados como hospitales acogidos a los Convenios de Ginebra, ellos fueron el ARA Bahía Paraíso y ARA Irízar, los cuales se montaron en Puerto Belgrano. El objetivo fue tener los buques equipados para desplegar un hospital en tierra, pero también poder transportar los insumos, aunque la realidad fue otra. Por temas relacionados al conflicto y cuestiones de género, los buques hospitalarios no funcionaron en tierra, sino que se mantuvieron como tales en agua. (Maccari y Ruiz, 2016).
Algunas de las mujeres que se convirtieron en las precursoras del ingreso de la mujer a las Fuerzas Armadas con tareas de cuidado de la salud fueron: Silvia Barrera, Susana Mazza, María Marta Lemme, María Cecilia Ricchieri, María Angélica Sendes, Doris West y Norma Navarro 

Silvia Barrera por su parte, nació en San Martín, provincia de Buenos Aires y se alistó como voluntaria del ARA Almirante Irizar cuando hacía su carrera en el hospital de Ramos Mejía. Exactamente el 8 de junio de 1982 fue convocada junto a otras compañeras. Durante la Guerra de Malvinas se desarrolló como instrumentadora quirúrgica y tiempo más tarde se convirtió en la primera mujer veterana homenajeada.  

En numerosas entrevistas cuenta que ellas no estaban acostumbradas a atender pacientes. Eran instrumentadoras quirúrgicas, y cuando atendían a los pacientes éstos estaban sedados. En la guerra, en el buque Irízar, tuvieron que atender heridos de guerra, sin anestesia, contenerlos, curarlos, cuidarlos. “La principal misión de las enfermeras fue atender a cientos de soldados, darle fuerzas, contención, esperanzas y cuidarlos” (Maccari y Ruiz, 2016:11).
El ingreso de las mujeres en el conflicto de Malvinas puso de manifiesto que el Ejército no estaba preparado para que ellas acudieran a la guerra, ni ellas lo estaban para todo lo que les sucedería antes de embarcarse y una vez embarcadas. Debieron usar ropa de talles más grandes, arremangarse las camperas, usar varios pares de medias para lograr achicar sus zapatos, y también la brecha entre ellas y los soldados.
En palabras de Silvia Barrera, en una entrevista para Télam:

El primer encuentro con la tripulación del Irízar fue muy tenso, a ellos no le habían dicho que las instrumentadoras eran mujeres y los marineros son muy supersticiosos sobre la presencia femenina en los buques, hacía muy poquito los ingleses habían hundido el crucero General Belgrano y el jefe de cubierta del rompehielos, que era un machista recalcitrante, empezó a gritar que nos iban a hundir porque estábamos nosotras a bordo. (Mosle, 2022)

En los días que participaron de la guerra, tuvieron que atender a los soldados desde el buque. Los hombres que estaban al mando no las dejaban bajar a tierra ya que no tenían grado militar. Era preferible que se murieran soldados a que las mujeres sobrepasaran el grado militar que ellos tenían, ¿que ironía, no?.

A pesar del ninguneo al que las fuerzas las sometieron, el rol que cumplieron estas jóvenes para los soldados —y para la patria toda— fue profundamente significativo. “En la ofensiva final inglesa fue distinto, estas jóvenes se transformaron en consejeras y confidentes de las penas de esos hombres que necesitaban desahogo y contención” (Maccari y Ruiz, 2016: 12)
En su rol de mujeres tuvieron tareas de cuidado. Funcionaron como una caparazón maternal, como un manto de confianza y contención para los soldados. No solo les lavaron las heridas y los suturaron, sino que también fueron un apoyo psíquico y emocional para estos hombres que volvían de haber visto los horrores de una guerra absurda.

Si durante el conflicto con Malvinas se esperaba que las mujeres cumplieran un rol pasivo quedándose en sus hogares, las veteranas de Malvinas patearon el tablero. Si bien el rol principal que tuvieron estuvo relacionado con las tareas de cuidado, no solo queda reducido a eso. Es fundamental pensar a estas tareas como tareas en sí y no sólo para, caso contrario el rol no queda subordinado. 

Es importante comenzar a pensar en el patriotismo y la valentía que afrontaron; mujeres que nunca se habían subido a un barco, que nunca habían estado en una guerra y que no dudaron en hacerlo. 

Los horrores de la guerra los vivieron en carne propia, el dolor de los soldados era su dolor, sanarlos era su tarea, contenerlos era inherente al instinto humano. Y así lo hicieron, con cada uno de ellos, valiéndose de las herramientas que podían, aplicando lo aprendido, pero nada alcanzaba (…) (Maccari y Ruíz, 2016: 13)

SITUACIóN ACTUAL DE LAS MUJERES DE MALVINAS

El 14 de junio de 1982 se dio el cese del fuego y finalizó así el conflicto bélico. Días más tarde, el 18 de junio, los ingleses autorizaron su regreso, y lxs soldadxs pudieron volver a Comodoro Rivadavia y luego a Buenos Aires. 

Como en tantos otros momentos históricos, el mundial de fútbol opacó la coyuntura política actual. Como si la tarea realizada hubiese sido una tarea más, la eliminación de la selección argentina del mundial de España fue más importante y sólo los propios familiares recibieron a las mujeres de la guerra.
Por otro lado, cuando el gobierno inglés autorizó el regreso, el Ejército y el gobierno argentino obligaron tanto a mujeres como varones a firmar un acuerdo de confidencialidad en relación a todo lo acontecido en la guerra. Asimismo debieron tomarse vacaciones del Hospital Militar Central, y así, el regreso a la rutina laboral se llenó de silencio.

Los años que le siguieron a la guerra fueron, como anteriormente mencionamos, años de “desmalvinización”. Los y las veteranas fueron abandonadas por el Estado Nacional, por la Fuerza Aérea y por las otras fuerzas del Ejército. Si bien hubo reconocimiento y revalorización para los veteranos de guerra sobre el final del gobierno de Raúl Alfonsín, las mujeres de Malvinas quedaron, una vez más, excluidas y relegadas de la historia. 

En palabras de Silvia Barrera: “Cuando fue la llegada de la democracia teníamos mucha esperanza de que todo iba a cambiar. Es un compendio de desilusiones.” (Mundo rep. 2022)

En los ‘90 la situación comenzó a cambiar y las instrumentadoras del buque ARA Irizar, particularmente dos de ellas, recibieron una pensión como ex combatientes. Si bien el Estado les dio una especie de compensación económica, no les dio un real reconocimiento así como tampoco lo hicieron ni las Fuerzas Armadas, ni la sociedad en su conjunto. 

La única forma de validar la acción realizada de estas mujeres que voluntariamente se inscribieron como personal de salud, es reivindicando y revalorizando su historia, su rol y fundamentalmente  reconociéndolas como Veteranas de guerra, como ex combatientes de Malvinas.  

Treinta años después, exactamente en 2013, desde el Estado nacional se entregaron reconocimientos a las veteranas. El Ministerio de Defensa por su parte realizó la  entrega de una resolución de honor y medallas de reconocimiento a Silvia Barrera y a sus compañeras por haber prestado servicios entre mayo y junio de 1982. También en el mismo año, el Consejo Nacional de la Mujer realizó un reconocimiento y las condecoró, incluyéndolas en los desfiles de veteranos. 

El 2 de abril de 2014, en un acto de conmemoración de la Guerra de Malvinas, se designó como “Forjadoras de Paz” por su labor humanitaria ejercida con compromiso y amor, a todas las enfermeras que asistieron y trabajaron en el hospital de la Base Naval Puerto Belgrano y que también asistieron a los heridos de guerra. (Maccari y Ruiz, 2016)
Hubo también otros reconocimientos por parte de organismos del Estado, e incluso por parte de las Naciones Unidas, que reconocieron su labor humanitaria y las condecoraron junto con los cascos azules por participar en misiones humanitarias fuera del país. 

A su vez y en términos de institucionalización, el Ejército argentino incorporó en 1981 a las mujeres en el cuerpo profesional como suboficiales, y en 1982 como oficiales. En 1996 las incorporaron en el cuerpo de comando como suboficiales y en 1997 como oficiales.
A partir de la sanción de la Ley de Servicio militar voluntario y mixto, muchas mujeres pudieron incorporarse a las tropas como soldados en 1995. Si bien las condecoraciones y las felicitaciones por parte del Estado son necesarias, aún queda pendiente el reconocimiento de la sociedad. Es de vital importancia que cada 2 de Abril ellas estén presentes en nuestras mentes, en nuestros corazones, y en cada uno de los homenajes a realizar.

Es necesario también plantear y poner en jaque las bases educativas desde dónde se enseñan los hechos históricos, sobre qué sucedió en Malvinas en 1982 y aquí entra en juego una mirada con perspectiva de género. Pero fundamentalmente que la enseñanza y el reconocimiento a estas veteranas comience desde nuestras infancias más primigenias, entendiendo esa enseñanza como un horizonte de sentido de hacia dónde queremos ir como sociedad, y hacía dónde también queremos redireccionar la historia.

“[…] lo que comienza a suceder a partir de la divulgación de los relatos de estas mujeres es la construcción de significados —variados, múltiples— en torno de la experiencia de las mujeres en la guerra. Quizá en relación con ello, (…) comienzan a darse ciertos reconocimientos, que no dejan de generar disputas.” (Pozzio, 2015: 144) 

Como mencionamos anteriormente, luego de la Guerra cada una de ellas fueron relegadas al márgen de la historia, siguiendo en silencio su camino. Construyendo bases individuales e historias diferentes, pero con el objetivo claro de seguir sirviendo a la sanidad, a las Fuerzas Armadas y a la patria.

Silvia Barrera sigue desempeñando su labor en la sanidad, pero además se dedica a reivindicar su rol en la guerra de Malvinas, a través de charlas en colegios, universidades, centros de veteranos, lleva su historia y la de sus compañeras por todo el país. A partir de eso, Silvia se convirtió en la mujer en actividad más condecorada del Ejército Argentino. 

Otras de las mujeres se desempeñan en Campo de Mayo y en el Hospital Garrahan. También están inscriptas en la Asociación de Veteranos de Guerra de Malvinas. Todas se encuentran en la tarea fundamental de difundir su historia, y un ejemplo de esto es su participación en el documental “Nosotras también estuvimos”. Todas ellas, siguen vinculadas al sector de las Fuerzas Armadas, y sobre todo, de la salud.  

Actualmente las mujeres integran las Fuerzas Armadas y los Institutos de Formación Militar siendo el 6,55% del total de Oficiales y el 7,5% de Suboficiales. 

A lo largo de los años las mujeres fueron obteniendo su lugar en los homenajes del 2 de abril, convirtiéndose en el Día de Conmemoración del Veterano y Veterana, y de los Caídos en la guerra de Malvinas. Actualmente tanto desde el Ministerio de Defensa, como desde el Ministerio de la Mujer, género y diversidad, pero también de la sociedad toda, se les intenta dar a las mujeres de Malvinas su rol protagónico y su reconocimiento por la labor realizada en la guerra. 

CONCLUSIÓN

Hace menos de diez años que se piensa y se comunica desde el Estado Nacional al 2 de abril como el día del veterano y de la veterana de Malvinas. Hace poco tiempo también que estas mujeres tienen un reconocimiento por haber estado ahí.

Al leer los testimonios escritos y grabados de las veteranas, especialmente los de Silvia Barrera, se puede comprender que el ninguneo no finalizó cuando terminó el conflicto bélico. Éste continuó hasta muy cerca de nuestros días y, en muchas ocasiones, se sigue perpetrando. Es importante recalcar que el pensamiento político feminista hizo mucho por el reconocimiento de la tarea desarrollada por estas nobles mujeres. Pero también sostenemos que aún no es suficiente y que todavía queda mucho, por hacer. Es por ello que cabe preguntarse si ellas tienen hoy en día el reconocimiento que se merecen, pregunta que responderíamos con una negativa. ¿Qué nos falta como sociedad para que estas mujeres ocupen el mismo lugar en el imaginario social que el que ocupan nuestros veteranos? Sin lugar a dudas una de las cosas que hace falta es un replanteo total de las bases educativas desde las cuáles se enseñan los acontecimientos de la guerra de Malvinas, cambiar el enfoque, dirigirlo hacia lo que tuvieron que soportar las y los veteranos. 

Asimismo es de vital importancia pensar el rol que ocupan las mujeres de Malvinas en el pensamiento político sobre la guerra. Si bien a lo largo de los años los reconocimientos y condecoraciones fueron creciendo, la incorporación en la historia, en el debate y el pensamiento político sigue siendo una de las tareas fundamentales como sociedad toda. Aún no ocupan el lugar y reconocimiento que les corresponde por la labor realizada en aquellos tiempos, aún siguen disputando sus lugares desde la difusión de sus historias. 

A cuarenta años de la guerra de Malvinas, al pensar en el conflicto sólo lo hacemos en términos de nuestros héroes varones y caídos. Las mujeres siguen relegadas a la sombra de los acontecimientos; continúan sin ocupar el lugar de veteranas, ex-combatientes o enfermeras en el pensamiento político. A cuarenta años de la guerra, seguimos con la tarea histórica y titánica de reivindicar su rol y difundir su historia. Y fundamentalmente, a cuarenta años debemos reconocer y seguir reconociendo que tanto nuestras islas como nuestras salvavidas fueron, son y serán argentinas. 

Así titulaba la prensa de la dictadura. Fuente: Libro: Mujeres invisibles

1- https://www.youtube.com/watch?v=4hC4Yoo3SjQ

2-Aquí se pudiera pensar en la (polémica) noción de lo “femenino-materno” que propone León Rozitchner (autor a la sazón de un libro muy importante sobre la guerra de Malvinas).

3-Esta tensión (mujeres cuidando hombres, maternando -“instinto humano-”) vs. patriotismo y guerra) es muy importante para seguir pensando la politicidad de las mujeres en la guerra, la cuestión de los “roles”, el género, el feminismo, etc.

4-Strifezzo, F. (Director) (2021) “Nosotras también estuvimos” [Documental] en  https://play.cine.ar/INCAA/produccion/7377

BIBLIOGRAFÍA 

  1. Bauer, T. (Director). (2005) “Iluminados por el fuego” [Película] Ana de Skalon, Buenos Aires.
  2. De Amézola, G. (2006), ¿Por qué Malvinas? De la causa nacional a la guerra absurda. Guber, Rosana (2001), Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica
  3. Groussac, P. (2015), Las Islas Malvinas. Buenos Aires: Ministerio de Educación, Presidencia de la Nación
  4.  López, H. A. (2002), “Islas Malvinas: Antecedentes históricos de un despojo” en Argentina a 20 años de la guerra de las Malvinas, Habana Cuba.
  5. Maccari, J. Ruíz, M. C.(2016), “Heroínas de la guerra de Malvinas” en VIII Congreso de Relaciones Internacionales, La Plata: Universidad Nacional de La Plata
  6.  Mosle, J. (2022), Las mujeres de Malvinas: un capítulo que el machismo intentó dejar en el olvido en Télam, Buenos Aires. Recuperado de https://www.telam.com.ar/notas/202203/587556-las-mujeres-de-malvinas.html
  7. Palacios, A. (1934),  Las Islas Malvinas (Archipiélago argentino) en Claridad. 
  8. Pozzio, M. (2015), La experiencia de las mujeres en Malvinas: de la Sanidad Militar al reconocimiento en Cuadernos de Marte.
  9. Rayas Velasco, L. (2009), “Armadas. Un análisis de género desde el cuerpo de las mujeres combatientes” en  El Colegio de México, México.
  10. Rep, M. Televisión Pública. “Silvia Barrera habla sobre las Islas Malvinas – Mundo Rep” Recuperado el 13 de mayo de 2022 de https://www.youtube.com/watch?v=4hC4Yoo3SjQ&t=408s
  11. Rojas Filártiga, S. Huellas de Malvinas. “Entrevista a Silvia Barrera – Instrumentadora Quirúrgica – Buque Alte. Irízar”. Recuperado el 14 de abril de 2021 de https://www.youtube.com/watch?v=tMzBO-vgsUA
  12. Soublé, R. (2021) “Silvia Barrera, la veterana que se convirtió en la primera mujer homenajeada en La Pampa” en Télam, Buenos Aires. https://www.telam.com.ar/notas/202104/549458-silvia-barrera-la-veterana-de-malvinas-que-se-convirtio-en-la-primera-mujer-homenajeada-en-la-pampa.html
  13. Strifezzo, F. (Director) (2021) “Nosotras también estuvimos” [Documental] en  https://play.cine.ar/INCAA/produccion/7377

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