¿ES POSIBLE PENSAR LA DEMOCRACIA SIN TENER MEMORIA COLECTIVA? Por Joaquín Alonso
Introducción
En el contexto actual, se puede llegar a notar que existe un notable descontento hacia las instituciones y figuras políticas: descenso significativo en la participación electoral, discursos de odio, emergencia de figuras que amenazan con destruir a la “casta política”, intentos de magnicidios, entre otras situaciones que me llevan a reflexionar y a pensar si la democracia es una condición finita o perdurará para siempre en el suelo y el escenario político argentino.
El mal humor social escala y pareciera ser que los únicos culpables de todo, siempre es la misma “clase política” que no soluciona todos los problemas (como si dependieran únicamente de condiciones endógenas) y que van en contra de los intereses de un pueblo que los eligió en los comicios pasados. No obstante, no es mi deber debatir sobre la opinión pública o el sentido común de la gente, sino que, a través de mi interrogante, pienso poner en discusión si la memoria es un elemento fundamental en la democracia y su construcción en el país desde su vuelta en 1983, con el mandato de Alfonsín.
El espectro de la dictadura, la censura y la violencia política se encuentra presente en la memoria colectiva de un país que construyó un axioma casi universal dentro de su historia, donde se prometió no cometer errores del pasado bajo el lema: “nunca más”.
La memoria es un eslabón fundamental en la vida social y cultural de un grupo humano, desempeña un papel fundamental en la forma que nos percibimos y que percibimos al mundo. Tiene un lazo significativo con algún acontecimiento histórico, luchas sociales, logros culturales y define la cohesión social y la identidad de un grupo. Además, considero que es fundamental para nuestra identidad ya que, revisando la percepción del pasado, moldeamos el presente, influyendo en las decisiones y acciones colectivas e individuales.
Trasladándose a lo que tiene que ver con nuestro país, la memoria colectiva en Argentina se refiere al recuerdo, testimonio y narrativas que se compartieron en la sociedad argentina sobre el período de la última dictadura militar.
Dentro del contexto de la dictadura de 1976 lo que más me interpela es el accionar de los grupos que dieron pelea y lucharon desde un lugar totalmente desequilibrado, en contra de todo y a favor de las voces más pequeñas, mediante un acto de valentía y entrega total.
La memoria colectiva debe ser considerada un punto fundamental que funcione como sedimento en la composición de la democracia en Argentina, siendo un valor que jamás debe ser diezmado, negociado y, mucho menos, olvidado, tanto en el presente como en el futuro.
Las Madres como movimiento
Como disparador inicial en este trabajo cito a Jorge Luis Borges:
“La memoria no acuña su moneda. Y sin embargo hay algo que se queda y sin embargo hay algo que se aqueja”
Durante el oscuro período del terrorismo de Estado en Argentina se llevaron a cabo graves violaciones a los derechos humanos, incluyendo detenciones ilegales, torturas, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales. Como bien ya sabemos, la dictadura implementó un plan sistemático de represión contra aquellos considerados opositores políticos o subversivos, que se tradujo en muerte y desaparición de miles y miles de personas.
Sabiendo esto, me parece interesante poder recomponer y escribir sobre la gesta de la premisa “Nunca Más” y qué elementos nos llevan a crear ese lema que busca inmortalizar un imperativo pedido social y político que se originó en la incansable tarea de un grupo de madres que buscaban a sus hijas e hijos y que refiere recordar y no repetir los errores del pasado. Lo que comenzó como una “tarea maternal”, se transformó en una actitud y actividad política que comenzó a hacer mella en los altos mandos de la dictadura. Ulises Gorini, en “La Rebelión de Las Madres”, menciona que, aunque el movimiento de las Madres durante la dictadura argentina fue interpretado por algunos como una reacción natural de cualquier madre, esta visión no considera sus verdaderas causas sociales y políticas. La maternidad no es un hecho aislado, atemporal y universal, sino una circunstancia histórica que varía según el contexto social y cultural. El autor, menciona:
“Se trata de quienes naturalizan este fenómeno a partir de una concepción de la maternidad como hecho atemporal y universal, inscripto en la condición femenina, y por lo tanto, despojado de toda entidad política: la madre “leona”, la reina Berenice que, según la leyenda, sale en busca de su hija raptada, y lucha ferozmente por recuperarla; aquella figura que, tanto en éste como en todos los tiempos, es símbolo de una entrega infinita y una fuerza inimaginable en defensa del fruto de su vientre.”
La reacción de las Madres frente a la desaparición de sus hijos no fue simplemente la respuesta de una madre, sino un fenómeno históricamente determinado que surgió de una combinación de factores sociales y políticos. Sólo una minoría de familiares, incluyendo a algunas madres, se decidió a darle una dimensión social y política a la búsqueda de sus seres queridos.
A pesar de la importancia esencial de la maternidad en el surgimiento del movimiento de las Madres, se subestimó su carácter político tanto por el régimen dictatorial como por algunos sectores opuestos a él, incluyendo las propias mujeres. Al principio no se concibieron como un movimiento político, y tuvieron que enfrentar la impugnación social y familiar que les exigía sujetarse al rol materno tradicional para poder gestar el movimiento.
El movimiento de las Madres durante la dictadura argentina fue un fenómeno históricamente determinado, que surgió como una respuesta a la desaparición de sus hijos y que, a pesar de su singularidad y relevancia política, fue subestimado por algunos sectores sociales y políticos. Las Madres tuvieron que luchar tanto contra la dictadura como contra las expectativas tradicionales para convertirse en un poderoso movimiento en busca de verdad y justicia.
Una sociedad que descansa sobre la violencia
Otra cuestión que Gorini resalta es que las Madres debían enfrentar el vacío de poder, la emergencia de las Madres durante la dictadura se debe a un vacío político que fue causado por la desaparición de personas. La dictadura eliminó todas las instancias o mediaciones que normalmente deberían gestionar este problema en una democracia. Esto obligó a los familiares de las víctimas a crear su propia respuesta frente a la situación de desapariciones. En resumidas cuentas, este vacío o ausencia justificó la aparición de las Madres y su lucha por la verdad y la justicia, como lo dijo el autor:
“Frente a estos interrogantes se ha afirmado que lo que explica la emergencia de las Madres (como en general el surgimiento de los llamados organismos de derechos humanos bajo la dictadura) es una especie de vacío político que, al dejar sin responder el fenómeno de la desaparición, las obligó a crear su propia respuesta. Desde este punto de vista, se ha sostenido que la dictadura había eliminado todas aquellas instancias o mediaciones que “normalmente”, en democracia, por ejemplo, deberían gestionar el problema, lo cual habría obligado a los familiares a gestar su propia respuesta. Así, este vacío o ausencia justificaría el fenómeno.”
Oscar del Barco en su texto “Sobre las Madres de Plaza de Mayo”, plantea que las Madres de Plaza de Mayo son una incomodidad para la sociedad, ya que representan una realidad que no encaja en la paz y la democracia aparente. Su mera existencia nos recuerda que toda la sociedad está descansando sobre la violencia y el olvido forzado. El mensaje que se ubica implícito en la gesta y lucha de las Madres como madres de hijos de desaparecidos hace referencia a la posibilidad de un no-matar imposible, que va más allá de pacto político que prohíbe el asesinato y que el propio significado de la asociación no es evadir la muerte, sino que quiere decir que la muerte de un hijo es incompensable. Generan incomodidad ya que confrontan a la sociedad con su verdad y pasado incómodo, no nos quieren enseñar cómo ser mejores o disminuir la barbarie, solo con su existencia expresan su doloroso pasado “secreto”. Tal como reflexiona el autor:
“Las Madres generan incomodidad, mendigas que llaman a la puerta en el mejor momento de la fiesta para no aceptar ninguna dádiva; que impiden desviar la mirada. Sólo eso. Nada podemos aprender de ellas; ni ayudan a ser mejores ni contribuyen a disminuir la barbarie, y seguramente tampoco conseguirán que eso de lo que fueron víctimas no ocurra “nunca más”. Simplemente, dicen con su existencia, con su mensaje imposible, con su cuerpo -y muchas veces contra sus propias palabras-, la verdad de la que pende la sociedad humana, su lugar sacrificial, su insoportable secreto.”
En este punto, me gustaría mencionar que el autor examina las opiniones de destacados dirigentes políticos sobre la situación del país durante el primer año de la dictadura militar, ya que considero que es pertinente conocer en qué estado se encontraba la opinión de los medios en ese entonces. En primer lugar, el periodista Fanor Díaz, destacaba que los partidos políticos no fueron disueltos como en Chile y que podían expresar sus pensamientos, pero su actividad partidaria estaba prohibida. La impunidad fue un componente crucial para el funcionamiento del sistema político dictatorial que se sumó al silencio de quienes tenían la voz para denunciar aquellas prácticas del terror.
Un valor muy importante que destaca Gorini, es el de la identidad formal de la asociación. En su libro comenta que previo a la realización del mundial de fútbol del año 1978, un periodista extranjero entrevistó a las Madres de Plaza de Mayo y les preguntó cuando fundaron el movimiento y ninguna supo responder, dado que nunca hubo tal acto formal. En sus inicios, formaban parte de la multitud que buscaba desesperadamente a sus seres queridos desaparecidos, comenzaron a reunirse para compartir información, experiencias, algunos datos más y, eventualmente, se instalaron en Plaza de Mayo a modo de exigir respuestas concretas sobre el paradero de sus hijos. El día que se reunieron por primera vez en la Plaza, se estableció como un momento clave en el surgimiento del grupo. Aunque Azucena Villaflor, la fundadora, había desaparecido, las Madres continuaron la iniciativa. La fecha exacta de la primera reunión fue el treinta de abril de 1977. En ese momento, no se dieron cuenta de la importancia histórica que tendría dicho encuentro.
“… Sin embargo, una pregunta las tomó de sorpresa. ¿Cuándo habían fundado el movimiento de las Madres? El periodista pedía una fecha, un dato elemental y rutinario para su crónica, pero entre las mujeres que dialogaban en ese momento con él, ninguna supo responder en forma inmediata. Se creyeron en falta. ¿No era poco serio, no daban una mala impresión al no recordar un dato tan simple y a la vez esencial? El resto de los organismos de derechos humanos tenía una fecha de creación, declaración de principios y estatutos; incluso algunos contaban con personería jurídica. No era la primera vez que esa “informalidad” suya las ponía en apuros: ¿cuántas veces, en reuniones donde se discutía alguna iniciativa conjunta con los otros grupos, alguno de los participantes las interrogaba sobre cuál era la entidad que representaban? Para empezar, ¿ellas eran una “entidad”? …”
Lo que menciona el autor es sumamente importante porque es el puntapié inicial en donde las Madres se convirtieron en un símbolo de resistencia y lucha por los derechos humanos en nuestro país. De esta forma enfrentaron la represión de la dictadura y mantuvieron viva la memoria de sus hijos desaparecidos, siendo su persistencia y valentía lo que las transformaron en referente mundial en defensa de los derechos humanos.
La socialización de la maternidad
En este punto, me gustaría retomar el texto de Oscar del Barco para traer el análisis que hace, donde da cuenta que el objetivo del terrorismo de las Fuerzas Armadas no era el desarme de las organizaciones guerrilleras, sino destruir el estado de conciencia colectivo. Pensar en una transformación del mundo y la posibilidad de resistir tenía que ser aniquilada. La subversión a la que se aludía era suficiente para justificar todo el terror y, al mismo tiempo, la manifestación de la esperanza, una esperanza a la que se aferraron las Madres y, desde ese punto, comenzaron a construir una resistencia alimentada por el coraje y la perseverancia:
“En su declaración del 25 de abril de 1995 ante las cámaras de televisión, el General Martín Balza calificó de “demencial” el terrorismo que las Fuerzas Armadas se vieron obligadas a enfrentar. Pero no hay que renunciar a repetirlo, el objetivo no era desarmar a las organizaciones guerrilleras, sino destruir un estado de conciencia colectivo. La “locura” de pensar en la transformación del mundo, la ilusión, ahora fracasada, de tomar atajos en la historia, la creencia en la posibilidad de resistir, era lo que había que aniquilar. La “subversión” a la que se alude como causa fundamental para justificar el horror, lejos de ser un demonio que venía a destruirla comunidad argentina, constituía manifestación del de la esperanza Esto no significa que su triunfo no pudiera conducir eventualmente a un sistema totalitario. Es una constante de la experiencia política que los miembros de un grupo que desafía al orden constituido, una vez que logra acceder al poder no abandonan sus hábitos de dirección.”
Para realizar un aporte a la gesta de la asociación de Madres de Plaza de Mayo, retomo un testimonio de Hebe de Bonafini en una entrevista que fue realizada por Graciela Di Marco de la Universidad Nacional de San Martín, en la que menciona quiénes son las Madres:
“Nosotros socializamos la maternidad en un momento político muy, muy duro, donde éramos acusadas de madres de terroristas y de madres terroristas. Y ante esa acusación tan fuerte, todas las madres tenían mucho miedo. Entonces, venía un periodista y le preguntaba, y decía: “Mi hijo no hizo nada”, “Se lo llevaron por el amigo”, “Se lo llevaron por la mujer, “Se lo llevaron por el primo”- Y entonces empezamos un día, nos reunimos y charlamos mucho con otras compañeras, y dijimos que lo que teníamos que hacer era socializar la maternidad y hacernos madres de todos. Entonces, ninguna madre iba a poder decir: “Mi hijo no hizo nada”. Madres de los guerrilleros, madres de los revolucionarios, madres de la noche de los lápices, de los palotinos, de los alfabetizadores, de los maestros, de todos. Sacamos el nombre del hijo del pañuelo y no llevamos más la foto con el nombre. Todos pasos, con el tiempo, que la madre necesitó. Para que cuando a la madre le vengan a preguntar, diga: “Sí, somos madres de 30 mil”.
Hay acá una relación con lo expuesto previamente sobre la cita de Gorini. El pasaje de paradigma, de entender el accionar de las Madres como un accionar natural de madre, a entenderlo como una acción terrorista, que atentan contra la paz y seguridad social, generó en ellas mucho miedo y resignación. Sin embargo, enfrentaron a la situación mediante la socialización de la maternidad, lo que se traduce en convertirse en madre de todos. Cada una de ellas se convirtió en madre de treinta mil hijos y representantes así de todo el dolor y agonía que significaba vivir bajo el terror.
Al principio del desarrollo, utilicé la palabra “gesta” en relación con concebir y desarrollar el concepto detrás de la frase “Nunca Más”. Vuelvo a retomar el concepto, para desarrollar una idea que menciona Hebe de Bonafini en su entrevista, donde menciona que “nuestros hijos nos parieron”, haciendo referencia a que, a partir de la desaparición de sus hijos, nacieron como las Madres de Plaza de Mayo:
“Vos sabés que eso de que nuestros hijos nos parieron es verdad. Yo lo tomé desde la realidad más pura: nuestros hijos desaparecieron, y nacimos nosotras. Yo, hasta el 7 de febrero de 1977 era todo lo que viví en el pueblecito chiquitito donde me crié. Y el día en que me desapareció mi hijo me convertí en Hebe de Bonafini.”
Se gesta la lucha y nacen las Madres de los treinta mil desaparecidos durante la dictadura militar, de forma uniforme pero existente. No obstante, en su declaración de principios, el 22 de agosto de 1979, las Madres esbozan:
“… Las madres firmantes hemos resuelto constituir la Asociación Civil “Madres de Plaza de Mayo”. Esta determinación de fundar es consecuencia de los encuentros que realizamos, durante más de dos años, en la Plaza de Mayo de la Capital Federal y en otros lugares de esa ciudad y del interior del país. Dichas reuniones comenzaron espontáneamente con motivo de las gestiones que centenares y luego miles de madres argentinas efectuamos en la Casa de Gobierno de Buenos Aires en procura de conocer el paradero de nuestros hijos, detenidos por representantes de las Fuerzas Armadas y Seguridad a partir de 1976 y cuyo destino desconocemos. Somos madres de detenidos desaparecidos y representamos a muchos millares de mujeres argentinas en igual situación. No nos mueve ningún objetivo político. Nadie nos ha convocado ni nos impulsa o instrumenta. Luchamos contra la violencia y contra cualquier tipo de terrorismo, privado o estatal. Merecemos la paz, la fraternidad y la justicia. Anhelamos para la Argentina la vigencia de un sistema democrático, respetuoso de los derechos fundamentales de la persona humana. Creyentes o no, adherimos a los principios de la moral judeo-cristiana. Rechazamos la injusticia, la opresión, la tortura, el asesinato, los secuestros, los arrestos sin proceso, las detenciones seguidas de desapariciones, la persecusión por motivos religiosos, raciales, ideológicos o políticos. No juzgamos a nuestros hijos detenidos y desaparecidos. Ni siquiera pedimos su libertad. Sólo pretendemos que se nos diga dónde se encuentran, de qué se los acusa y que se los juzgue de acuerdo con las normas legales y con el legítimo derecho de defensa, si se considera que han cometido algún delito. Que no se los torture. Que se los mantenga en condiciones decorosas. Que podamos verlos y asistirlos ¿Puede haber una súplica más simple, más elemental, más correcta, más humana, más cristiana? Sabemos que existen muchos miles de hogares argentinos en la misma situación. Por esa razón hemos decidido unirnos y formar una asociación civil que llevará el nombre de Madres de Plaza de Mayo.”
Resulta acertado citar la declaración de principios ya que, simboliza desde lo formal y jurídico, la aparición y conformación de las Madres de Plaza de Mayo, donde queda asentado como símbolo su gesta y claro objetivo de lucha, donde se hace presente la súplica más humana existente: ¿Dónde está mi hijx?”.
La declaración de principios pertenece a un paquete de símbolos que está directamente asociado a la memoria colectiva.
Memoria colectiva: la conmemoración y recuerdo del sufrimiento colectivo
En “Los derechos humanos y la memoria de la violencia política y la represión: la construcción de un campo nuevo en las ciencias sociales”, Elizabeth Jelin presenta un análisis sobre el surgimiento de un nuevo campo de preocupación en las ciencias sociales latinoamericanas, donde los derechos humanos, las memorias de la represión y la violencia política son elementos fundamentales. Se destaca que los procesos sociales y los cambios en las ciencias sociales en la región no ocurren de manera aislada, sino en relación con los procesos de escala mundial:
“Este artículo presenta un análisis del surgimiento de un nuevo campo de preocupación en las ciencias sociales latinoamericanas: los derechos humanos y las memorias de la represión y la violencia política… Tanto los procesos sociales como los cambios en las conceptualizaciones de las ciencias sociales en la región no se desarrollan de manera aislada y ensimismada, sino que ocurren en el marco y en relación recíproca con procesos de escala mundial. Si bien el foco estará en el pensamiento de la región, este contexto mundial estará presente en el análisis. En lo que sigue, se privilegian algunos hitos y temas de los desarrollos de las ciencias sociales en la región, dejando en la oscuridad y el silencio otras voces y otras corrientes que, quizás en su desarrollo menos visible y más oculto, prepararon el terreno para los saltos paradigmáticos posteriores.”
Uno de los aspectos principales que me interesa destacar es la confluencia perversa entre los impulsos democratizadores y participativos de la transición post-dictatorial y los imperativos del estado mínimo promovidos por el neoliberalismo de los años noventa. Ambas propuestas requieren una “sociedad civil activa y propositiva”, pero sus intenciones son claramente diferentes, lo que lleva a tensiones en la relación entre Estado y sociedad y en donde, el movimiento de derechos humanos juega un papel fundamental en la redefinición de las demandas de justicia y verdad sobre el pasado, así como en la incorporación de los temas del pasado en la memoria social. La memoria y el olvido, la conmemoración y el recuerdo, son cruciales cuando se relacionan con acontecimientos traumáticos de carácter político y situaciones de represión y sufrimiento colectivo. Existen luchas políticas por el sentido del pasado, con diferentes actores que enfrentan interpretaciones y sentidos en un escenario de lucha por el esclarecimiento de lo ocurrido. También, se explora cómo la preocupación por los derechos humanos y las memorias de la represión ha modificado el enfoque de las ciencias sociales en la región, poniendo énfasis en la relación entre Estado y sociedad, la subjetividad ciudadana y el plano simbólico-cultural. También aborda la importancia de las luchas políticas por el pasado y las tensiones entre distintas memorias en la construcción de la identidad colectiva y la búsqueda de justicia y verdad.
Es claro que existe un lazo muy fuerte entre la memoria colectiva, los símbolos y lo referente al carácter emocional de la sociedad. Se encuentran estrechamente interconectados y se puede ver que influyen mutuamente en la construcción y preservación de la identidad de nuestra comunidad, además, los símbolos transmiten significados y emociones asociadas con la memoria colectiva, generando una dinámica fundamental para el mantenimiento y construcción de la identidad dentro de una misma comunidad.
La Carta Abierta a las juntas militares de Rodolfo Walsh es uno de los tantos símbolos fundamentales de la construcción de la memoria.Se trató de una denuncia escrita por el conocido autor y periodista argentino, publicada el 24 de marzo de 1977, tras el primer aniversario del golpe militar que derrocó al gobierno democrático en Argentina. En esa carta, se exponen los crímenes cometidos por la dictadura y se acusa a los miembros de la Junta de cometer violaciones de carácter masivo y sistemático a los derechos humanos. La carta de Walsh es un acto de resistencia y valentía ya que fue escrita en un momento en donde el país era azotado por el terror, la represión y la oscuridad. Aún hoy en día su carta es un símbolo de nuestra memoria y es uno de los documentos escritos más valiosos de esta época:
“Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror. Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio. Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados. De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda una ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.”
Resulta acertado afirmar que lo que sucedió en Argentina durante la dictadura militar, compone una preocupación y ocupación de todos los habitantes de nuestro país. Es así que en el documento “Reflexión de las Madres a siete años y seis meses del golpe militar”, escribieron:
“Las Madres salimos a la calle cuando cundió el terror, se propagandizó la mentira, se premió la indiferencia y así con la complicidad de la innoble justicia que les sirvió a sus fines y el vergonzoso silencio de muchos, avanzó la tragedia […] El tiempo no ha pasado en vano, hoy todos aborrecen de la Dictadura, sus crímenes son excarcelables, pero aún existe el miedo o quizá el compromiso que les permita salir indemnes de sus delitos […] Esto que ha ocurrido acá en la Argentina, no es un drama familiar, es un terrible problema nacional, que daña la moral de un pueblo, porque nos muestra la bajeza y ruindad de las Fuerzas Armadas, la corrupción de civiles que son cómplices y la ineficiencia de las instituciones. Todo esto debe cambiar, porque hemos llegado al límite de la degradación y para que esto cambie debe haber justicia, justicia ejemplarizadora para que los delincuentes no obstruyan el paso de la moral y la ética de un pueblo que quiere vivir con dignidad.”
Pese a la vuelta a la democracia en 1983, quedaba claro que todavía existía una deuda con las Madres y con todo el pueblo argentino. En 1985, se llevó a cabo el juicio a las juntas militares que gobernaron de facto desde el año 1973 hasta 1983 y, en diciembre de 1985 el tribunal emitió su veredicto y encontró culpables a los líderes militares acusados. Se dictaron condenas de cadena perpetua para Galtieri, Videla y Massera, entre otros acusados.
Conclusión
Para finalizar destaco una nota que se titula “El Pañuelo”, que se trata de un texto de Horacio González, donde habla sobre el simbolismo del pañuelo blanco que usaron las Madres, que -por los nombres escritos sobre él- representa miedo y angustia, pero, al mismo tiempo, representa la esperanza y la búsqueda incesante de los hijos e hijas que ya no están. El pañuelo se transforma en un lienzo donde se imprimen las esperanzas y la incógnita del pasado y del presente, simbolizando con el color blanco la potencialidad de las experiencias humanas en su totalidad. Cada nombre representa a todos los desaparecidos en un todo, sin individualizar el sufrimiento y transformándose en un símbolo de memoria y resistencia activa en todo el mundo.
Si bien existen marcos normativos y legales que son necesarios y obligatorios para que un régimen se considere democrático o no, es necesario que un país conozca su historia, sus demonios previos y sus aciertos históricos, no sólo para no repetir errores del pasado, sino para entender cuál es el recorrido con el que nos formamos como país y como individuos con una identidad propia e inalienable. Entonces, respondiendo a la pregunta: creo que es posible la democracia sin memoria, sin embargo, teniendo memoria, la democracia es más valiosa y más enriquecedora. Sobre todo, porque creo que es importante entender que la cabeza piensa, donde los pies pisan.
BIBLIOGRAFÍA:
- Oscar del Barco, “Sobre las madres de Plaza de Mayo”, en revista Nombres Núm. 7 (1996): Duchamp; –
- Calderón, Fernando – Jelin, Elizabeth, Clases y movimientos sociales en América Latina: perspectivas y realidades, 1987;
- Elizabeth Jelin, Los derechos humanos y la memoria de la violencia política y la represión: la construcción de un campo nuevo en las ciencias sociales
- Rodolfo Walsh, Carta abierta a la Junta Militar, 24-3-1977.
- Bonafini, Hebe (2013). Seguir Pariendo. Discursos De Hebe Bonafini 1983-2012.
- Ulises Gorini, La rebelión de las Madres, h istoria de las Madres de Plaza de Mayo.
- Horacio González, “El pañuelo” [Texto de Horacio González al recibir el Pañuelo de las Madres de Plaza de Mayo, en 2019]https://www.pagina12.com.ar/424318-el-panuelo
- Abuelas de Plaza de Mayo (documentos y publicaciones) https://www.abuelas.org.ar/publicacion?pagina=2
- MEMORIAS DE LA MEMORIA / Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora (documentos)