EL CORDOBAZO. Por Juliana Paolucci
INTRODUCCIÓN
Durante la segunda presidencia de Juan Domingo Perón (1952-1955), la industria de Córdoba cobra un gran impulso, la infraestructura hidroeléctrica y vial sumado a la mano de obra especializada, hace que la provincia se vuelva atractiva para la inversión industrial. Estas condiciones favorables para la producción permiten el establecimiento de empresas extranjeras como Fiat e Industrias Kaiser Argentina (IKA) convirtiendo a Córdoba en el centro principal de la industria automotriz de Argentina.
Alrededor de estas industrias surgen decenas de empresas autopartistas de capital nacional que proveen de piezas a las grandes automotrices. De este entramado nace un nuevo tipo de obrero industrial que cambia la fisonomía y la composición social de la clase trabajadora cordobesa.
En una entrevista que Página 12 le realiza a Horacio González en el 2002, se refiere a la cuestión de las multitudes y su relación con los afectos y las emociones, particularmente las pasiones en torno a la crisis social, política y económica del 2001. A partir de esto se podría tomar el concepto de multitudes para analizar el Cordobazo, articularlo con las nociones de pueblo, lo común, lo colectivo.
Resulta interesante desarrollar los acontecimientos previos y el estallido del Cordobazo para luego tomar el concepto de multitud y observar si el análisis es pertinente o no a dicho suceso.
MARCO HISTÓRICO
En 1955 un golpe de estado destituye a Perón y proscribe el Partido Justicialista (PJ) y todo lo vinculado a la figura de Perón. Esta situación de ilegalidad obligó a los seguidores del partido a expresarse políticamente por fuera de las instituciones tradicionales, legitimando las medidas de acción directa y la militancia sindical en las bases obreras peronistas.
En este marco de Revolución Libertadora, la CGT se normaliza en contexto de divisiones e internas. Por un lado, el sindicalismo más radicalizado de los programas Huerta Grande y La Falda; y por el otro, una línea más negociadora y condescendiente con los gobiernos “semidemocráticos” (Miguez, 2013)
Los obreros de los grandes centros industriales cordobeses viven una realidad gremial diferente a la del resto del país. Esto refería a la creación de sindicatos por empresa y a las negociaciones en el marco de convenios laborales por empresa. En este sentido, los empresarios obtienen la autorización de los gobiernos de Frondizi e Illia para la creación de sindicatos por empresas: “(…) las cuatro plantas FIAT establecidas en la Argentina, tres de las cuales estaban en Córdoba, y la restante en Buenos Aires, tenían cada una por separado sindicatos inspirados por la empresa.” (James, 2006: 298). Esto le permite a las empresas construir lazos de paternalismo entre el empresario y el trabajador, separándolo así del movimiento sindical nacional.
La segunda política laboral refiere a los convenios por empresa que debilitan el sistema de contratos por industria acordado en la Ley 14.250 de Convenciones Colectivas, promulgada en octubre de 1953: “(…) la negociación colectiva pero descentralizada contribuyó inicialmente a crear una fuerza laboral dócil en el sector dinámico de la economía argentina” (James, 2006: 299). Esto también implica un debilitamiento en la estructura gremial nacional ya que no participa en las negociaciones de sectores.
Cabe destacar que estas innovaciones en política laboral también implican cierta autonomía de los gremios locales respecto de las estructuras burocráticas de Buenos Aires, al momento de negociar sus convenios laborales empresa por empresa. A su vez, les otorga una mayor participación en torno a las decisiones que anteriormente eran definidas a nivel nacional y que solo eran comunicadas a las secciones y sindicatos locales.
A mediados de los años 60, la clase obrera cordobesa comienza a destacarse por sus reclamos a las patronales, por su capacidad de movilización y por la solidaridad entre sus sindicatos. Asimismo, durante ese periodo, el gobierno de Illia es derrocado (1966) por la autodenominada Revolución Argentina, conducida por el sector azul del ejército. La Junta de Comandantes designa en su lugar a Juan Carlos Onganía, un militar con ideas nacionalistas y católico, que adhería a la Doctrina de Seguridad Nacional. Esta doctrina promovida por los Estados Unidos, advierte sobre la influencia de la Revolución Cubana en América Latina y considera como una amenaza potencial la expansión del comunismo por el continente. Asimismo defiende el estilo occidental y el cristianismo. “(…) la nacionalización de la doctrina de seguridad nacional implicó la persecución no solamente de los movimientos políticos de ideología revolucionaria, sino también del peronismo, propuesta política basada en el nacionalismo económico, el antiimperialismo y la distribución del ingreso(…)” (Miguez, 2013: 68)
Los objetivos de la Revolución Argentina fueron dos: detener el avance del comunismo y acabar definitivamente con la actividad política del peronismo. Con este propósito, Onganía suprime toda forma de participación mediante la represión y la persecución política. Asimismo, clausura el Congreso y reúne en su figura la suma de las funciones del poder legislativo y del poder ejecutivo. Los partidos políticos son proscritos, se intervienen las universidades nacionales y se les prohíbe la actividad política a los estudiantes.
El esquema del gobierno se organiza en tres tiempos: el tiempo económico que busca desbloquear el desarrollo industrial, promoviendo la acumulación en los sectores más modernos. Estos formarían un aparato productivo eficiente. Momento en que se abriría el tiempo social, donde se distribuiría la riqueza del periodo anterior, eliminando el carácter regresivo del tiempo económico y así disipar los conflictos sociales. Por último, se llegaría al tiempo político que, en una proyección difusa, permitiría la participación electoral de la sociedad: “Hasta la llegada del ‘tiempo político’, el gobierno no sería permeable a manifestaciones de oposición, como se reveló rápidamente” (Rapoport, 2006: 617).
El clima de represión y censura que se vive en las instituciones educativas genera un exilio masivo de intelectuales y científicos provocando un daño irreparable a la cultura y a la ciencia del país. En varias universidades se producen protestas, movilizaciones y tomas de facultades. En todos los casos, la respuesta del gobierno siempre es el desalojo por la fuerza y arrestos.
En Córdoba también se replican las protestas contra la intervención en la universidad. En una de esas jornadas, en septiembre de 1966, la policía reprime violentamente una manifestación organizada por la Federación Universitaria, hiriendo de muerte al estudiante y obrero Santiago Pampillon. La muerte de éste crea fuertes lazos de solidaridad entre los estudiantes y obreros cordobeses.
Otro de los objetivos del régimen es la implementación de un programa de modernización de la economía, por lo que en 1967 Onganía designa a Adalbert Krieger Vasena como Ministro de Economía, un hombre ligado a los grandes grupos empresarios y de excelente relación con los organismos financieros internacionales.
De sus medidas frente a la cartera económica se destacan devaluar un 40% el peso, congelar los salarios durante 2 años y realizar despidos masivos en empresas y organismos públicos. El nuevo plan económico propone un modelo de desarrollo industrial dependiente de las inversiones extranjeras. La devaluación de la moneda estimula la llegada de capitales pero estos en lugar de crear nuevas empresas, absorben las ya existentes o especulan con inversiones a corto plazo.
Asimismo se suprimen los subsidios que protegían producciones regionales como el algodón, la yerba y el azúcar. Estas medidas provocan un gran daño en las economías regionales. Desprotegidas por el Estado, muchas empresas nacionales no pueden competir en igualdad de condiciones y se ven obligadas a cerrar.
En el marco de estas políticas de ajuste, el gobierno establece la conciliación obligatoria en los conflictos industriales por lo que a las empresas se les allana el camino para disminuir los costos laborales y aumentar sus ganancias.
Por otra parte, los principales dirigentes sindicales son Augusto Vandor y José Alonso, quienes en un primer momento apoyaron el golpe de estado a Illia, se ven forzados a enfrentarse al régimen ante el difícil panorama. En este sentido, la primera huelga que decreta la CGT en contra del gobierno obtiene como respuesta la suspensión de la personería gremial a seis de los principales sindicatos del país. Con todos los mecanismos de protesta cercenados, el gobierno de Onganía coloca al movimiento obrero en una encrucijada: participar en las negociaciones con la dirigencia empresarial y el régimen militar o bien, adoptar una postura más radicalizada y de confrontación asumiendo los riesgos que esta discusión implica. El dilema se resuelve en marzo de 1968 durante el Congreso Nacional de la CGT. La falta de decisión política de la cúpula sindical de enfrentar las medidas tomadas contra los trabajadores provocan el surgimiento de una central disidente: la CGT de los Argentinos. De esta forma el movimiento obrero queda dividido en dos, por un lado, los gremios agrupados bajo la conducción de Vandor con una postura más complaciente y de negociación hacia el gobierno, denominados la CGT Azopardo, en referencia al edificio principal de la Confederación. Mientras que por el otro lado, se encuentra la CGT de los Argentinos con posiciones más críticas hacia el régimen. Conducido por Raimundo Ongaro de la Unión de Trabajadores Gráficos, esta nueva Confederación capta el apoyo de las mayorías de los sindicatos disconformes y se hace fuerte en las provincias, especialmente en Córdoba.
Las políticas económicas de Onganía influyen mayormente en Córdoba más que en cualquier otra región del país ya que aplica medidas que afectan sustancialmente a los obreros de la metalurgia y automotriz, entre ellas la aplicación de las quitas zonales y la eliminación del sábado inglés. Con respecto a las primeras, eran reducciones salariales que se les impone a los trabajadores de esas zonas, con el pretexto de impulsar la industrialización en el interior del país. Mientras que el sábado inglés se refiere a que el obrero trabaja medio día y se cobra el día completo. Estas, sumadas a un contexto de constante ataque a las libertades civiles y políticas, provocan malestar y la inmediata oposición de la clase obrera a la que se unen otros sectores sociales provenientes de la pequeña burguesía urbana y rural.
Durante las primeras tres semanas de mayo se viven episodios dramáticos en varias ciudades del Interior: Tucumán, Corrientes y Rosario, allí se producen protestas que son duramente reprimidas por la policía y causan la muerte de tres estudiantes.
El clima generalizado del país impulsa a la CGT de los Argentinos y a la CGT vandorista a coordinar un paro general por 24 hs. para el día 30 de mayo. La CGT de Córdoba decide adelantarse un día para el 29 y extenderlo por 48hs. La medida tuvo una peculiaridad: el paro fue activo con abandono de tareas y movilización por el centro de la ciudad. Ante la arriesgada propuesta del movimiento obrero cordobés, la CGT de los Argentinos envía a Raimundo Ongaro quien es detenido ni bien llega a Córdoba.
EL CORDOBAZO
El 29 de mayo, mientras el Gral. Onganía preside los actos por el día del Ejército, miles de obreros abandonan sus puestos de trabajo y se movilizan hacia el centro: desde la Central de EPEC marchan los obreros agrupados en el sindicato de Luz y Fuerza con Agustín Tosco frente a la conducción. Mientras que en el Barrio Clínicas y otros puntos estratégicos del centro de la ciudad se agrupan las distintas corrientes universitarias. En FIAT, la situación es distinta ya que los sindicatos SITRAC- SITRAM se encuentran bajo conducciones burócratas y no participan de las protestas. No obstante, una gran cantidad de trabajadores decide no acatar las órdenes y abandonan las fábricas de Ferreyra.
A las protestas también se sumaron los obreros de Grandes Motores Diesel, Thompson Ramco, Perkins, IKA Renault nucleados en los gremios de SMATA y UOM, entre otros. Al paso de la movilización se incluyeron trabajadores autónomos y de pequeñas industrias.
En el transcurso del día, la policía reprime con balas de goma y allí provoca la muerte de Máximo Mena, un trabajador de IKA Renault. La noticia se difunde por toda la ciudad, generando indignación e ira por lo que los obreros y estudiantes deciden resistir y enfrentar el aparato represivo. Forman barricadas y desde allí hacen frente a las balas y a los gases.
En este marco, los manifestantes ganan terreno en diferentes sectores y las fuerzas policiales se ven desbordadas y deciden acuartelarse. La ciudad de Córdoba quedó en manos de sus habitantes.
Con el paso de las horas, el Gobierno le exige al 3er. Cuerpo del Ejército ocupar la ciudad. A partir de allí se oficializa el Estado de Sitio. Asimismo, Onganía anuncia la creación de los Consejos de Guerra para ser los encargados de juzgar a los responsables de romper el orden y la paz social. En este marco, son condenados a prisión Agustín Tosco, Jorge Canelles y Elpidio Torres, entre otros.
El saldo de la jornada fueron unos 20 muertos y decenas de heridos.
El gobernador Carlos José Caballero debe renunciar presionado por Onganía y en su lugar asume el General Jorge Carcagno, por la cual queda establecida la intervención federal en la provincia.
Asimismo, después de la jornada del 29 se producen otras puebladas: Tucumán, Cipolletti, Salta, el 2do. Rosariazo que hacen, nuevamente, sacudir la estructura de la Revolución Argentina.
Al cumplirse el primer aniversario del Cordobazo, el General Pedro E. Aramburu (Presidente de facto que derrocó a Perón en 1955) es secuestrado y luego asesinado por la Agrupación Montoneros. Este hecho produce la definitiva destitución de Onganía.
Es importante incorporar la mirada de María Cristina Tortti quien analiza el Cordobazo en el marco de un proceso de modernización de la sociedad que iba en sentido contrario al autoritarismo gubernamental y a su política cultural oscurantista (Tortti, 1998). Este proceso comprende los cambios en torno a los modos de vida, el nuevo rol de la mujer, las modificaciones en las instituciones tradicionales como la familia y la escuela, la divulgación del psicoanálisis, la creación de carreras de las Ciencias Sociales, así como también el cuestionamiento a la sociedad de consumo, la construcción del “hombre nuevo”, entre otros temas.
Si bien considera que el clima contestatario de rebelarse contra el sistema se desarrolla a nivel mundial, analiza que el Cordobazo fue más que una rebelión cultural ya que se originó un pasaje hacia la militancia política: “(…) la protesta evolucionó rápidamente hacia una acción política de carácter masivo (…)” (Tortti, 1998: 21)
CONCLUSIÓN
Retomando a Horacio González citado en la introducción, éste dialoga con los autores clásicos pero sobre todo con los que llama los “folios nacionales” que se enhebran con la política, la crítica, la literatura y la sociología de la cultura. Por lo que es relevante retomar el pensamiento de Ramos Mejía, quien analiza la integración del campo hacia la ciudad y de cómo se relaciona el concepto de multitud con la idea de nación.
En este sentido, considera positivo el surgimiento de un nuevo sujeto político, caracterizado por la heterogeneidad social y la homogeneidad política: la multitud (Aliano, 2008). Surgen diversos aspectos de esta categoría: la primera está vinculada con el impulso general, lo transitorio de los vínculos, el segundo tiene que ver con lo emocional, el instinto, la pura inconsciente, con lo contrario a la razón. Por último, en la multitud se desarrolla el pasaje del individuo al conjunto, mediante la sugestión.
Se evidencia que a partir de estas características, la multitud se delimita a partir de la articulación política, cuya composición remite a un hombre con conciencia equivoca, errante, poco inteligente, reactivo, quien define su identidad en torno a la articulación política. En este sentido, Ramos Mejía rastrea el origen de la multitud desde el periodo del Virreinato y analiza que antes de ser multitud era un grupo amorfo compuesto por individuos aislados que se juntaban como turba. Estos fueron brujos, adivinos, libres pensadores. Su característica común era su relación contestataria con la autoridad: “(…) el germen de la multitud es un nexo entre misticismo y disidencia política, anclado en figuras “flotantes” sin amarraduras sociales fuertes: el brujo, el adivino, el embaucador, el fraile apóstata, el libre-pensador (…)” (Aliano, 2008: 4). Asimismo, en este momento, no existe forma de colectividad o de asociación. En este sentido, se podría señalar que el inicio de la multitud es un hombre aislado sin función social, no hay pertenencia social sino política, aunque no esté presente el referente de la multitud: “(…) las multitudes son la emisión de una palabra súbita, una voz inesperada o una consigna (…) que brota de una nada del subsuelo (…)” (González, 2000: 45).
Para Ramos Mejía, las multitudes son un mero instrumento motivado por pasiones, por sentimientos que las impulsan. Lo que quiere recuperar el autor es esa idea de darle contenido funcional a la multitud y así construir un espacio comunitario ya que esa multitud puede ser heroica o bien destructiva. En este sentido, señala que es necesario el pasaje de desorden a cohesión y esto sucede con la pérdida de la personalidad individual y la posible conformación de un sujeto homogéneo. Por otra parte, Ramos Mejía distingue dos tipos de multitudes: dinámicas y estáticas. Con respecto a la primera es donde se produce el pasaje entre la personalidad individual que se pierde hacia el nuevo sujeto colectivo; mientras que la segunda solo facilita las tiranías a cargo de un burgués motivado por el lucro. Esta última no puede fundar lazos de comunidad.
En este marco, González nos habla de un interlineado pueblo-multitud, aceptando la idea de un poder constituyente, latente en la multitud, un concepto de una nueva iniciación política, que nos invita a pasarlo por “el cedazo de la tradición popular argentina” (González, 2002). En este sentido, la dimensión emotiva de las multitudes es el rasgo central que permite articular las nociones de pueblo, el terreno de lo común, lo colectivo y popular: “(…) Pero el concepto de multitud, antes que nada, es una forma de problematizar la razón, las pasiones políticas (…)” (González, 2002). Asimismo considera que la multitud no tiene una proyección de conciencia, no cuenta con antecedentes, contrario a la noción de pueblo que sí los tiene. Agrega que es una experiencia que surge de la nada: “la multitud sale de la nada” (González, 2002), plantea que no hay un saber respecto de cuándo va a nacer, sino que tiene un carácter creador. Tampoco es posible explicar desde dónde parte ya que su origen puede ser diverso. También refiere a la disputa con la televisión: “La televisión busca multiplicidad de puntos y situaciones, pero no consigue, como la multitud, crear un extraño colectivo pensante” (González, 2002).
El Cordobazo fue producto de una organización entre los estudiantes y los obreros que buscaban cambiar sus condiciones materiales de existencia. En este sentido, también se expresó Juan Carlos Cena, ferroviario y partícipe activo de los acontecimientos del 29 de mayo. Él hace hincapié en el nivel de organización en unidad que tuvo el Cordobazo, que no fue una irrupción espontánea, ni errática, sino que se trató de “un proceso multicultural, de entrecruce, como una amalgama”. Asimismo hace mención a “la tolerancia sobre las ideas del otro” y “la intolerancia a la corrupción”.
Y es en este sentido que, se arriba a la conclusión de que el Cordobazo y sus características son contrarias a lo planteado en torno al concepto de multitudes.
BIBLIOGRAFÍA
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- James, Daniel, (2006). Resistencia e integración. Buenos Aires: Siglo XXI.
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- Rapoport, Mario (2006). “La política industrial”; “Movimiento Obrero, organizaciones. Empresariales y partidos políticos en el segundo gobierno”; “Gasto público”; “Política de ingresos”; “El segundo gobierno” (cap. IV); “Los militares y la “Rev. Argentina”: Ongania, Levingston, Lanusse” Cap VI en Historia Económica Política y Social Argentina (HEPSA) Buenos Aires. Ed. Ariel.
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- Tortti, M. (2003), “Protesta social y nueva izquierda en la Argentina del Gran Acuerdo Nacional” en: H. Camarero, P. Pozzi, A. Schneider. De la Revolución Libertadora al menemismo: Historia social y política argentina. Buenos Aires: Imago Mundi
- “La multitud creadora”, Página 12, Buenos Aires, 13 de enero de 2002. https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/778-430-2002-01-13.html?mobile=1